Ficha Troya

7.32 - Total: 178

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de Troya (1)


Mad Warrior

  • 11 Feb 2024

8



“Cuando alcanzaron todas esas huestes las murallas, llenas de arrojo se dispersaron, en una carga despiadada, por la ciudad de Príamo, respirando la furia de Ares. La encontraron ya presa de la guerra, cubierta de cadáveres, techos incendiados vorazmente, y muchos en sus entrañas se complacían [...]. Por doquier corría la negra sangre y con ella se empapaba la tierra...“.

Este pedacito de la gesta sobre la caída de un reino grandioso como Troya no pertenece, sin embargo, a la famosa “Ilíada“ de Homero, sino a las “Posthoméricas“ de Esmirna, también lectura obligatoria para todos aquellos amantes de la leyenda troyana. No deber ser, por tanto, motivo de disputa una película como la que tenemos aquí, un producto de la fábrica de Hollywood sin más pretensión que la de llegar a un amplio público y llenar los bolsillos a muchos ejecutivos. Es verdadero asunto de clamar a los dioses sobre ese buen número de personas que no tenían nada mejor que hacer salvo atacar la obra de Wolfgang Petersen.
Que Apolo descienda en su carro y mande sus flechas contra aquellos que exigen fidelidad histórica a una recreación cinematográfica de algo que procede de un mito, tanto la batalla como los implicados en ella, incluso la misma Troya. Los hechos que a todo envuelve se han transmitido de numerosas formas, se han cantado y escrito, y las palabras de unos contradicen a las de otros, porque así son las leyendas, creadas desde la inspiración evocadora de un pasado mitológico que jamás existió. David Benioff, futuro creador de “Juego de Tronos“, sabe esto y ahora transmite la leyenda a su modo, ¿motivo de disgusto? Pues nada más lejos, la verdad.

En una coproducción millonaria de Warner como esta no hay que preocuparse por detalles; además, la epopeya de Homero no se centra en el estallido de la guerra en sí, ni en los casi diez años de contienda, sino en sus últimos momentos, y finalizando con Héctor derrotado por Aquiles y quemado en la pira. El director, quien dijo sentirse impactado por los versos de la “Ilíada“ en sus tiempos de estudiante, tenía que plasmarla en carne y hueso, y entre localizaciones de Malta y México casi se puede afirmar que encaró un proyecto suicida, no muy halagüeño.
Tal vez también necesitó oráculos que le predijeran los numerosos accidentes, los desastres naturales que retrasarían la producción y las artimañas del estudio para hacer llegar a las pantallas un montaje que sacrificaba bastante material. La versión íntegra de “Troya“ empieza con una secuencia desoladora donde un perro recorre una playa llena de cadáveres para acabar cerca de su amo, asesinado, vaticinando una desgracia. La supuesta voz de Odiseo nos habla de la persistencia en la Historia de los nombres de aquellos que participan en sus acontecimientos (en esto se hace hincapié durante todo el metraje, algo no muy necesario...).

Brian Cox resulta irritante de Agamenón, un tirano arrogante sin escrúpulos. Aquiles no podía ser otro que Brad Pitt, tal vez no ya que ahora tenemos al personaje moldeado a partir de su imagen, pero el actor bien ha renegado de este papel a lo largo de los años, que aceptó por mero contrato con Warner; en las gestas se supone que Aquiles era un adolescente cuando se unió a la guerra, eso aquí es irrelevante, el actor lo crea como un fiero y ágil luchador que ni piensa en el pasado ni en el presente, sólo en el futuro, deseando que su nombre quede grabado en oro en la Historia.
Él impregna al film de la melancolía romántica de la condición heróica: ser recordado, alcanzar la gloria, pero a través de la sangre, la ambición, el egoísmo y la muerte. Otra cosa que hace Benioff, y que parece lo más adecuado, es eliminar cómo las acciones de los dioses van variando el curso de los hechos, algo presente en el clásico “Furia de Titanes“...pero aquí no se pensó en fantasía, sino en épica. En la gesta Eros hechiza a Helena a golpe de flecha para quedar enamorada del joven hedonista Paris; habría sido chocante ver eso en pantalla, igual que todos los sacrificios para apaciguar la cólera de dichas deidades o para rogar por un siguiente milagro.

El guión humaniza a los personajes, los hace comprensibles y modernos (es imposible empatizar con los héroes o los dioses de la mitología porque sus decisiones y procederes no encajan con la ética del mundo humano tal y como lo concebimos), los adapta y no de tan mala manera.
El bueno de Sean Bean es un Odiseo un tanto divertido que accede a entrar en la guerra a las primeras de cambio, no le veremos pretendiendo haber perdido el juicio para librarse de zarpar, como tampoco a su hijo Telémaco...ni a él ni a otros cientos de miles de personajes que participaron en la gesta.

Petersen, que rechazó la oferta de “Gladiator“, toma nota del aroma a cine épico revitalizado que dejó el film de Scott, y que tantos títulos estaba engendrando en ese momento. Se deja llevar por la grandilocuencia y un melodramatismo que recuerda a la ingenuidad de las superproducciones de antaño, aunque se preocupa por profundizar en los aspectos psicológicos de los personajes más que la obra de Robert Wise, donde todo era muy acartonado. Y Paris no es comandante de nada (¿qué va a ser este blandengue Orlando Bloom?), sino Hector, que encarna un duro Eric Bana más o menos creíble, mientras la jovencita Diane Kruger demuestra que aún le faltaban unas cuantas clases de interpretación.
Petersen mueve la multiperspectiva trama entre pasajes humanos oscuros y la espectacularidad hollywoodiense, culpable de hacernos alucinar (al menos a los que sí lo aceptamos) con secuencias de enfrentamientos en campo abierto cuyas técnicas y despliegue de medios nada tienen que envidiar a las entonces recientes producciones de Peter Jackson. Al mismo tiempo es inevitable que los hechos y los personajes de los escritos se tergiversen para más comodidad cinematográfica, empezando por el sabio y valiente Príamo (Peter O“Toole se merienda a todo el reparto cada vez que aparece en pantalla), de quien no se nombra la cantidad de hijos de diferentes mujeres que tenía.

Por ejemplo a Cassandra, objeto de burla al presagiar la caída de la ciudad, no la vemos ni en pintura, como tampoco a la hermana de Helena, Clitemnestra, ni a Criseida, raptada por Agamenón. La supuesta artimaña de Tetis para evitar que Aquiles fuese a la guerra, vistiéndolo de muchacha, aquí habría resultado más que patético, claro. La muerte de Ajax en combate nada más empezar la película poco tiene que ver con el trágico episodio en que enloquece por culpa de Atenea y se suicida. En fin, el llamado Ciclo Troyano y otras gestas se llenan de ricos personajes, imposible para un film de 3 horas (sí para una serie de televisión).
Benioff simplifica al máximo la historia y sacrifica la extensión de la linea temporal de la guerra, que de casi una década dura unos días, pero deja pequeños hechos clave: el rapto de Briseida (genial Rose Byrne, el mejor personaje femenino), la muerte de Patroclo (aquí convertido en primo de Aquiles), el asesinato de Hector y cómo no la súplica de Príamo a Aquiles para devolverle el cuerpo, expresado con un desgarrador y académico lirismo en la “Ilíada“ que Petersen captura haciendo eco de tal sentimiento épico, y registrando en pantalla no sólo la escena más memorable de toda la película, sino de su carrera.

Visto con perspectiva cuesta creer que O“Toole y Pitt denostaran tanto su trabajo observando este magistral instante donde, de nuevo, el primero deja fuera de combate al gallardo rubio con su sobriedad y voz profunda y cavernosa.
La gesta de Homero termina aquí, la contienda tarda pocos días en finalizar y ya aparece el caballo de madera (horrible, todo hay que decirlo) unido a la propagación de la peste (obra de Apolo en los escritos), que no por acción de los dioses sino por la ignorancia humana (aquí eso es precisamente lo que hace virar tan drásticamente el destino de la batalla) es conducido a Troya con el consabido desastre posterior donde el director hace pocas concesiones a la brutalidad humana...

La dramatización lleva a gigantescas contradicciones. Si acorde con la mitología Agamenón fue asesinado por Egisto tras regresar a su patria, si Aquiles fue alcanzado por la flecha de Paris mucho antes de la caída de la ciudad, si Pentesilea llegó con sus amazonas para ayudar a Príamo, si Neoptólemo acabó con éste e hizo de Andrómaca su esclava...¿qué narices se supone que estamos viendo aquí?
Pues tal vez sucediera o no, tal vez todas aquellas mujeres pudieron huir sanas y salvas junto al bello Paris...podemos fantasear, pero no corroborarlo. Benioff instaura su propia versión, Petersen la filma más rimbombante que nunca, y observando en la tradición cinematográfica la suya sigue siendo la más exitosa a nivel de taquilla y también la más conocida. Desgraciadamente Troya siempre termina igual...



Me gusta (0) Reportar

Ver todas las crítica

Tendencia de puntuaciones

0
1%
1
0%
2
1%
3
2%
4
1%
5
3%
6
17%
7
23%
8
22%
9
10%
10
15%